Hola a todos y bienvenidos una vez más. Aquí me encuentro de nuevo para traeros las últimas noticias musicales. En esta ocasión vengo para presentaros a un gran grupo: ¡"The Death of Robert"! Y bueno, ¡comencemos!
Hay quien dice que la elegancia no es algo que se pueda comprar o adquirir de la nada. Que se nace siéndolo o no. Pero sí se puede entrenar: partiendo de una base, se puede perfeccionar, dirigir y aplicar la elegancia cada vez más certeramente en un objetivo concreto. Como por ejemplo hacer música. Que "The Death of Robert" nacieron siendo elegantes es un hecho. No hay más que oír Casablanca, su álbum de debut de 2020. Pero lo son mucho más en "The Deer", su flamante segundo trabajo: diez canciones que elevan al trío barcelonés a la clase noble del pop-rock independiente nacional.
Sin restringirse a ningún subgénero del pop-rock en concreto, "The Death of Robert" interpretan con acierto sus claras y ricas influencias, que van desde la cruda honestidad teatral de Angel Olsen hasta el glamour oscuro y posmoderno de "The Last Shadow Puppets" o "Arctic Monkeys", pasando por la sombra del post-punk y por figuras capitales como Radiohead, Nick Cave, Leonard Cohen. Grandes referencias, que hacen suyas en un excelente ejercicio de estilo, con composiciones redondas y producciones (mano a mano entre la banda y Alberto Pérez de Sol de Sants) impecables, como si las canciones siempre estuvieran recién enceradas y brillantes.
"La Mala Hostia" aborda también un tema similar, con el componente añadido del empoderamiento y la determinación necesarias para salir de una situación tóxica. Sus formas, más cercanas al post-punk, a las guitarras tipo Sonic Youth y a la crudeza ochentera de The Smiths, van acordes con la energía de la parte lírica. Por contra, la pequeña y delicada "Lilac" muestra de manera directa, honesta, sin más adorno para la voz de Lara que un arpegio de guitarra y abanderando la belleza de la sencillez, el sentimiento de inferioridad, las inseguridades y los complejos emocionales.
Pero no solo hay problemas y oscuridad en el horizonte sentimental de "The Deer". Siguiendo la línea instrumental de "Cameron", con gran peso de violines, cellos y pianos, "Bath Oil" puede catalogarse sin miedo como una canción de amor (romántico). Una a medio camino entre el carisma de Leonard Cohen, The Last Shadow Puppets y la grandeza melódica de Lana del Rey. Luego la trotona, desafiante y seductora "Hedera" reivindica poéticamente el poder del sexo como elemento de unión sentimental entre dos personas. Y "The Viennese Square", también bonita, delicada y mecida por el tintineo de un riff de teclado DX7, parece ensalzar las relaciones que son sanas y sencillas.
El disco se cierra con la canción que le da título: "The Deer", un corte onírico y casi anestésico que revela el lado más dreampopero y ligeramente psicodélico de "The Death of Robert". Es la vuelta al hogar, un rayo de esperanza entre tanta oscuridad, el final de un camino serpenteante que va desde la fragilidad hasta la fortaleza, la renovación, la lucha por la supervivencia y la esperanza. Una curación, vaya.
Dividido en dos capítulos, el segundo trabajo del trío barcelonés rebosa madurez tanto en su apartado narrativo como en el musical. Su evolución es evidente. Desde luego no fabrican hits de radiofórmula ni recurren a ganchos ni a atajos: sus canciones se disfrutan a fuego lento, paladeando cada detalle, como haríamos con una buena novela una tarde tonta y lluviosa de otoño. O como haríamos con un buen vino, o con buen sexo… decidan ustedes su analogía favorita.
Y esto es todo. Os dejo por aquí el video lyric de "The Deer". ¡No os lo perdáis!
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